Qué significa...

Consumo responsable

¿Qué es el consumo responsable?

Cuando hablamos de consumo responsable hacemos referencia a la elección de productos y servicios que consumimos de acuerdo con criterios de calidad, precio, impacto ambiental, pero también social y ética de las empresas que los producen.

Las vertientes que componen el consumo responsable por tanto son:

  • Ética. Se consideran los valores como base para el consumo
  • Social. El consumo es cuidadoso con el ambiente y los recursos naturales.
  • Solidaridad. Se tienen en cuenta las condiciones laborales de las personas que elaboran los productos o servicios.

El consumo responsable es uno de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), en concreto el número 12 de Naciones Unidas.

¿Qué factores tiene en cuenta el consumo responsable?

La gran cantidad de grupos de interés que intervienen en un aparentemente simple proceso de decisión de compra, hace que consumir menos y de la manera más sostenible posible, no siempre resulte una opción evidente y fácil. La cadena de valor hasta el producto o servicio final puede involucrar un alto número de actores que exigen imponer unas prioridades en torno a lo que podemos entender cómo consumo responsable.

Ética, crítica y conciencia

El modelo de consumo responsable implica un importante ejercicio retrospectivo. Poner los valores de respeto, solidaridad y responsabilidad social por delante de la que a priori pudiera resultar la opción más ventajosa para uno mismo. Una mirada diferente que en muchas ocasiones requerirá de un trabajo crítico que permita la deconstrucción de ideas socialmente aceptadas o de creencias personales que puedan vulnerar esos valores.

El resultado de estos planteamientos es lo que permitirá tomar la conciencia para ignorar los dictámenes de la moda rápida, las estrategias de marketing de las marcas menos responsables y las campañas publicitarias que promueven una cultura de consumo irresponsable.

Sostenibilidad

Los métodos de producción, transporte y distribución final de los productos que consumimos forman parte importante del consumo responsable. Fomentar y comprometerse con un estilo de vida que genere la menor cantidad de residuos y que sea lo más respetuoso posible con el medio ambiente es, en este sentido, un punto crucial.

¿Por qué es importante?

La ONU asegura que si el crecimiento de la población mundial mantiene su progresión y alcanza los 9.600 millones de personas para el año 2050, nuestro estilo de vida actual se verá comprometido. Tanto es así, que para producir los recursos necesarios para ello necesitaríamos el equivalente a casi tres planetas Tierra.

Por ello, la ONU ha incluido el consumo responsable cómo parte de sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, una iniciativa que busca alcanzar metas específicas antes de 2030 en diferentes áreas.

En este caso, garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles es esencial para que la prosperidad individual no suponga daños irreversibles en el planeta, poniendo contra las cuerdas la disponibilidad de unos recursos naturales ya de por sí limitados.

¿Qué hábitos de consumo es necesario cambiar?

Hay muchos puntos y perspectivas desde las que encarar este aspecto. La ONU plantea una división entre la responsabilidad individual de los consumidores y la serie de puntos que las empresas deben tener en cuenta en el desarrollo de su actividad para contribuir al consumo responsable.

El consumidor individual

Para cualquier persona que tenga interés en ayudar en estos objetivos, las dos vías más claras son la reducción de los desechos y la mejora en la toma de decisión de compra, que debe estar orientada a la búsqueda de una opción más sostenible.

En lo que respecta a la primera opción, es importante minimizar el desperdicio de alimentos y el consumo de plásticos no reutilizables, dos de las principales fuentes de residuos evitables con las que más contribuye el ser humano en su día a día. Por otra parte, tomar decisiones de compra informadas puede ayudar a discernir si la opción que estamos escogiendo ha conllevado una contaminación importante de agua potable o unos medios de transporte que afecten también de manera especialmente negativa.

El papel de las empresas

Las empresas deben tener cómo objetivo prioritario encontrar nuevas soluciones productivas que ofrezcan alternativas sostenibles y que redunden en su propio interés. La identificación de puntos críticos en su cadena de valor y el análisis de los ciclos de vida de sus productos son claves para mejorar los efectos ambientales de su propia actividad.